La vida es mucho más grande cuando nos abrimos a iniciativas comunitarias
Carlos Escaño. Autor de Liade y el viejo Torib
Hablar con Carlos siempre es un placer. Su tono afable y su proceder tranquilo contrastan con la frenética actividad que carga a sus espaldas: responsable de campañas en Amnistía Internacional, presidente de la asociación Bajando al Sur, activista por los derechos humanos en diferentes plataformas y, naturalmente, con toda esa experiencia, ahora también escritor.
Charlamos precisamente a raíz de la publicación de su ópera prima Liade y el viejo Torib, ed. Multiverso, 2022.
Carlos, cuéntanos tu secreto, ¿cómo encuentra una persona tan atareada el espacio para redactar una novela?
(Risas) Pues, en realidad ¡con tiempo! La novela se ha cocinado a fuego lento, empezando como unas pocas páginas con el planteamiento de la historia que escribí hace más de quince años. Luego en distintos momentos fui desarrollándola, bebiendo para ello de muchas experiencias que le fueron dando una intención y un contenido. Al principio empezó con una pregunta: ¿qué pasaría si mucha gente, cansada del sistema, lo abandonara? Y de ahí surgió un viaje, el de la protagonista Liade.
Mientras, pasaron algunos años. Años en los que viajé por Latinoamérica, regresé y conocí experiencias como la movilización social en España del 15M, contra los CIEs o contra la Ley Mordaza. Años, por último, en los que me sumé a iniciativas que apostaban por la soberanía alimentaria como la cooperativa Surco a Surco. Durante ese periodo fui retomando la historia, y estas experiencias fueron inspiración para lo que al final resultó en la novela.
Liade y el viejo Torib es una obra muy ambiciosa que abarca varios géneros, desde la ciencia ficción o la distopía a las novelas de aventuras, ¿cómo la describirías?
Sería ambas cosas a la vez. La historia traza un paralelismo con la realidad que vivimos, generando un cierto distanciamiento. Esto nos permite analizar el presente distópico que estamos viviendo y preguntarnos qué podemos hacer ante tanto colapso sistémico, tanta crisis, desigualdad e injusticias.
Las protagonistas no se resignan y se lanzan a un viaje de futuro incierto rebelándose contra ese “no se puede hacer nada” de barra de bar e iniciando una búsqueda de utopías que a la vez son iniciativas que existen. Iniciativas que están ahí, cargadas de dignidad y de apuesta por lo comunitario como única salida a un sistema sin futuro que se devora a sí mismo.
Es un intento de compartir que sí hay alternativas, de compartir píldoras de posibles futuros mejores que sí son posibles, con sus dificultades y esfuerzos titánicos de personas singulares que hacen creer en la especie humana pese a sus males. Es una historia de grises ante tanta polarización, y a la vez, cargada de esperanza. O al menos eso pretende.
Y ahondando un poco más en los aspectos internos de la construcción de la historia, ¿cuáles han sido
tus fuentes de inspiración para crear este universo personal?
Una larga lista de personas maravillosas y de proyectos ilusionantes que he tenido la suerte de conocer.
Latinoamérica sin duda, como un ejemplo constante de que hay mucho por hacer y que las cosas se pueden hacer de formas muy distintas, ante una Europa que se presenta mucho más rocosa, donde parece que todo está tan hecho que queda bastante menos espacio para descubrirnos y sorprendernos.
También está esa energía formidable que se cristalizó en el 15M, las mareas y las marchas por la dignidad, en los movimientos antirracistas y en la defensa por el derecho a la protesta, las cooperativas agroecológicas o ahora los movimientos contra el cambio climático de Fridays For Future o la Rebelión
por el Clima.
Teatro social, novela y diálogo transformador
Tienes una larga experiencia en el terreno del Teatro social y de las oprimidas, que es un formato de
teatro en el que no hay una única respuesta y que, además, invita al público a buscar alternativas al discurso dominante. ¿Qué crees que aporta esta novela a la tendencia neocapitalista que se
impone en los países más desarrollados?
La búsqueda de alternativas y el diálogo. Ante cada iniciativa por la que apuesta una protagonista intento presentar una voz antagonista, porque la obra no aspira a dar respuestas sino a generar inquietudes y la necesidad de hacernos preguntas. Ante el modelo único y el fin de la historia que nos contaron con el sistema actual, ya estamos viendo con meridiana claridad que no se sostiene. El cuento del crecimiento infinito en un mundo finito solo pretende distraernos mientras una minoría acapara las riquezas en detrimento del resto. Intenta recordar aquello de que somos el 99%, que no somos mercancía, y que sí tenemos la capacidad de tener iniciativa.
La novela quiere transmitir que no somos espectadores sino que actuamos en nuestro tiempo, como hacía Augusto Boal con el Teatro del Oprimido. Intento transmitir que no es posible ser neutrales, que la indiferencia es una forma de aliarse con el opresor, que es quien se beneficia de las injusticias. Sin querer hacer mucho spoiler, diría que la obra es más una serie de preguntas que intento compartir con quien se anima a leerla.
En el teatro social, como en la vida, son las personas o personajes quienes pueden transformar todo a su alrededor, ¿cómo te ha transformado esta novela? ¿qué le ha aportado Liade al nuevo Carlos?
A veces tenía la sensación que la obra se escribía sola, y que era un canal para plasmar negro sobre blanco una serie de experiencias, que por haber tenido la suerte de haberlas vivido de cerca tenía el deber de compartirlas. Me siento un privilegiado al haber presenciado otras formas de vivir nuestro presente diferentes al “modo estandar” que nos contaron de pequeños.
He podido reconocer que la vida es mucho más grande cuando nos abrimos a iniciativas comunitarias. El viaje de Liade es ese, porque Liade, así como otros personajes maravillosos que aparecen en la novela, son la combinación de muchas personas que están ahí, día a día, luchando por un mundo mejor para todas.
Próximos pasos
Desde su publicación en mayo de este año, el libro ha tenido muy buena acogida entre los círculos más
cercanos, ¿a qué públicos te gustaría dirigirte ahora y de qué manera?
Me gustaría llegar a quienes no se han encontrado aún con la opción de elegir entre la pastilla roja y la azul. Por hacer un paralelismo con Matrix querría que la novela sea algo parecido al personaje del conejo blanco que ayuda a llegar a Morfeo.
Cuando empecé a escribir la historia quería conocer, descubrir, viajar. Y la mayor parte de la novela está escrita llevando ya años en ese viaje. Mis círculos más cercanos, en su mayoría, son personas que también emprendieron ese viaje. Mi aspiración es que llegue a quienes tienen inquietudes pero no saben qué hacer, a quienes sienten que este mundo no puede seguir así pero no han tenido aún la suerte de conocer iniciativas sociales en las que involucrarse.
Nos despedimos de Carlos y de su agradable ático recordando la cronología de la novela. Liade y el viejo Torib se presentó en el Ateneo La Maliciosa de Madrid el pasado 9 de junio y sigue con su gira por todo el estado. La próxima cita será el viernes 7 de octubre en la librería Rayuela de Málaga, la ciudad natal de Carlos. Una ocasión muy especial para él y para todas las personas que se acerquen a conocer y conversar sobre el cambio posible.
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